“El burlador de
Tirso” (1996) de Héctor Mendoza es una comedia en dos partes, propuesta
interesante y concienzudamente didáctica en la que, haciendo teatro dentro del
teatro, el autor pretende enseñar teoría dramática. trata de un grupo de
jóvenes, integrantes de alguna academia o compañía teatral, que tienen como
tarea representar la famosa comedia “El burlador de Sevilla” del dramaturgo
español Tirso de Molina. Durante la realización de los ensayos el director va
explicando a los actores, por ejemplo, la diferencia entre un papel y un
personaje, y los modos de entonación de los diálogos cuando la obra se
encuentra versificada.
En la obra impera
el diálogo y, por ser didáctica, la participación de ciertos personajes como el
de Felipe o el de Raúl, se alargan bastante, pues en ellos recae la
responsabilidad de enseñar y explicar la teoría que Mendoza intenta transmitir
por medio de su obra. En realidad son estos dos personajes en los que recae la
intención de la obra, el resto de los personajes vendrían a ser un simple
pretexto para que ellos puedan dar su pequeña cátedra; y esta a su vez se va
ejemplificando con los ensayos de la representación de “El burlador…”.
Si se hace un breve
análisis a cerca de la dimensión pragmática propuesta por Antonio Tordera Sàez
en su texto “Elementos para una semiótica del texto artístico”, el ‘emisor’ quedaría enfrentado directamente
con el autor, mientras que el mensaje sería la teoría que propone o que trata
de enseñar. Sin embargo, para que el mensaje llegue al espectador hace uso de
sus personajes: el director enseña en escena a sus alumnos en presencia de los espectadores (autoràtexto-teoríaàdirector-personajeà alumnos-personajesàpúblico-receptor).
En mi opinión, como
obra con fines didácticos pudiera funcionar muy bien, sin embargo, habría que
estar el receptor un poco inmiscuido en lo que respecta a la semiótica del
teatro para poder captar al cien por ciento el contenido y la intención de la
obra. De no ser así es probable que se comprendan algunos conceptos pero veo
difícil que se aproveche todo su potencial.
Siendo sinceros a mí me gustaría asistir a una "cátedra" de estas. En las tablas y con profes actuando. Ahora que anduve en el DF conocí a una asistente al estreno de la obra de Mendoza. Fue antes de que ella entrara a la Licenciatura en Letras de la UAM, y dice que después de la obra dudó en estudiar literatura. Así estuvo de aburrida.
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