El fin de semana del 22 al 24 de noviembre de
este año, se presentó por segunda vez, en el Teatro Gracia Pasquel, la Compañía
de Teatro Candilejas del Desierto de la UACJ, con el drama titulado Vientre de rosas y hormigas bajo la
dirección de Virginia Ordóñez Hernández.
El argumento trata a cerca de una ciudad que ha
caído en la total destrucción y desesperanza, a partir de las descripciones que
algunos personajes hacen sobre ella como una ciudad “donde un día existió un río
grande pero un viento de llanto lo secó”, el espectador juarense puede
fácilmente situarse en el contexto de la obra, pues son obvias las similitudes
del espacio representado de la obra y nuestra ciudad, en la que se lleva a
cabo.
Los
personajes que toman parte de la obra se muestran intrigantes al espectador,
pues son figuras al parecer no humanas que representan alguna idea abstracta (a
excepción del los personajes de Rosa y Rosita). Por ejemplo, el papel de la
Peregrina (la muerte) a la par del de Daemon (lo llaman “la peste”, que bien
pudiera significar a la violencia, al odio, etc.), son los que, a mi parecer
tienen más fuerza en el drama y son, según la historia, los causantes de la
situación que se vive en esa ciudad. O al menos así lo plantea Victa, papel que
desempeña la misma directora de la obra cuya actuación ha sido formidable. Este
personaje acusa siempre a la Peregrina de haberle arrancado de los brazos a
algún ser querido (nunca se menciona si se trata de un hijo o de un amante,
pero se insinúa a veces la muerte de sus padres), y la culpa a la vez de todo
lo malo que alrededor de ella sucede.
Sin embargo, la Peregrina se ve exenta de
tales acusaciones una vez que Daemon asegura viajar siempre al lado de ella, o
mejor dicho, siempre frente a ella; de aquí que pueda el espectador
compadecerse de la Peregrina al saberla culpable de tantos horribles
acontecimientos que han sido gestados en realidad por la maldad. Pero en medio
de este caos, de reproches y duras acusaciones, se pone en escena también una
historia de amor de la que el mismo Daemon (cosa que no logré comprender) y
Rosa son los protagonistas. Y como la máxima representación de este amor, y al
parecer de la unión carnal entre estos dos, producto de la cual será Rosita ya
muy al final de la obra, es tomado un conocido fragmento de la Biblia en el que
una pareja ofrece sus votos matrimoniales. Se utilizan también, para el mismo
fin, algunos fragmentos de textos de García Lorca.
Rosita y Daemon |
Con
respecto al vestuario y a la iluminación, me parece interesante la manera en
que se combinaron los tonos oscuros para iluminar el escenario con los atuendos
de los personajes y los colores que portaba cada uno de ellos; Por ejemplo
Rosa, que demostraba constantemente su pasión por quien ama, viste siempre de
rojo; o Victa, que encuentra un poco de consuelo solo en los brazos de la
muerte, de carácter sumamente fuerte y que en momentos decide respaldarse en la
maldad, viste de negro con unas inmensas alas negras que al parecer Daemon le
ha otorgado.
Me parece
pues muy interesante la propuesta que la Compañía hace con esta representación,
a pesar de algunos fallos que surgieron (al menos en la del día sábado) como el
olvido del guión o el sonido entrecortado y en ocasiones mal modulado, haciendo
que la voz del actor se perdiera con la música que se supone debía servir de
fondo y no de telón. De ahí en más, valdrí la pena, si es que la obra vuelve a
representarse, acudir nuevamente al espectáculo con la espera de una puesta en
escena impecable que seguramente dejaría satisfechos a quien acudiera a verla.